Incorporar plantas autóctonas en jardines comunitarios no solo aporta belleza, sino que mejora la salud del entorno y reduce costes de mantenimiento. Estas especies, adaptadas al clima y suelo local, requieren menos riego y cuidados, lo que se traduce en ahorro de agua y mano de obra.
Además, favorecen la biodiversidad, ofreciendo refugio y alimento a fauna local como aves, mariposas y abejas. Su resistencia natural a plagas disminuye el uso de pesticidas, contribuyendo a un entorno más saludable para vecinos y visitantes.
En resumen: más color, menos gasto, y un jardín sostenible que perdura todo el año.
Si quieres un jardín bien cuidado, contacta con Bisermax.